Colección de cerámica utilizada en el campo jumillano [Jumilla-Museo Vino]
Colección de cerámica utilizada en el campo jumillano
Talla del dios romano Baco [Jumilla-Museo Vino]
Talla del dios romano Baco

El Museo del Vino Juan Carcelén se divide en dos salas que albergan distintos espacios y funciones.

Sala primera: Aula de cata, cursos y degustaciones

En esta sala se difunde la cultura del vino mediante cursos de iniciación a la cata, reuniones de amantes del vino para charlar y cambiar impresiones o presentaciones de nuevos caldos.

Sala segunda: Museo del Vino

Esta sala se encuentra dividida en 5 espacios:

El Cultivo de la Vid

El primer espacio que se visita al entrar a la gran sala de exposición está dedicado al cultivo y transporte de la vid. Colgados de las paredes se encuentran aperos agrícolas, arados y varios utensilios que permiten el cultivo de la uva. Completa este espacio una estrujadora de uva en madera y hierro, y algunos objetos para su transporte en el campo.

Destiladores de alcohol de vino y la cerámica tradicional de Jumilla

En el segundo espacio del museo se muestra un alambique y un destilador de alcohol de vino. Están realizados en cobre y servían para destilar la uva y obtener el famoso alcohol de vino con el que en Jumilla se preparaban anises y brandy.

En este mismo lugar existe una colección de cerámica popular jumillana, que era usada por las gentes del medio rural para tomar vino. Como curiosidad se pueden observar dos pellejas para transportar este produto, que Don Quijote llamaría ¿cueros¿.

Objetos de ayer, hoy y siempre: de la prensa a la botella

Diversas colecciones se albergan y engrandecen este espacio.

Algunas de las piezas más grandes e importantes del Museo son las prensas. En ellas se aplasta y prensa la uva, separándose sus partes sólidas y líquidas. Todas datan de entre los siglos XVII y XX, están realizadas en madera y piedra, y presentan distintas formas y variedades.

Dos grandes toneles ocupan una pequeña habitación situada a la derecha de este tercer espacio. Se trata de recipientes particulares, pues son extremadamente voluminosos, redondos, de madera, y tienen más de 300 años. A sus pies se encuentran los objetos más antiguos del museo, una colección de ánforas para el transporte del vino.

A continuación asalta al visitante una colección de botellería y frascos de cristal de principios del siglo XX, que eran utilizados para servir el vino en las mesas de las gentes nobles de la ciudad.

Para el trasiego del vino se utilizaban bombas en las antiguas bodegas. Las que se muestran en este espacio están realizadas en cobre y hierro fundido.

El preciado líquido se sacaba de los grandes toneles mediante una serie de grifos fabricados en bronce, de los que el museo posee una pequeña colección.

También cuenta con un conjunto de curiosos sacacorchos de todas las épocas, y pequeños aparatos de laboratorio enológico como pequeños destiladores y colorímetros.

En el medio rural, donde se realizaba la vendimia, no existían los pesos electrónicos. Los pesajes se llevaban a cabo con romanas de hierro, expuestas en este mismo espacio.

La parte final de este sala está ocupada por un estante con objetos variados. Miniaturas de filtros se mezclan con antiguas botellas de distintas formas. Se pueden destacar dos de los primeros vinos que se embotellaron en Jumilla, y una botella de anís realizada por al familia de Juan Carcelén con alcohol de vino.

La cocina del Museo

El Museo del Vino Juan Carcelén está presidido por una gran cocina tradicional jumillana y una mesa rectangular de roble macizo. En este espacio se descubren piezas tan importantes dentro del museo como una cabeza de jabalí, animal que come las primeras uvas maduras del verano, lo que significa que puede comenzar la vendimia; una colección de platos de cerámica murciana; una colección de almireces; una lámpara de cristal de Murano; los libros de visitas; incluso un trofeo que recuerda que Juan Carcelén fue nombrado Jumillano del Año por la Asociación de Amigos de Jumilla.

En un lugar destacado de este espacio se guarda una receta de cocina de 1975 que Cándido, el famoso restaurador segoviano, realizó en honor de Juan Carcelén utilizando vino Pura Sangre.

El dios romano Baco despide al visitante

Diversas colecciones cierran la visita al Museo del Vino Juan Carcelén. Distintas hachas, cepillos y un muestrario de tapones acercan al visitante hacia las herramientas de un carpintero tonelero.

También se pueden observar una serie de filtros de cobre para limpiar el vino a granel utilizados a principios del siglo XX.

Como curiosidad destacan en este espacio una colección de cadenas que servían para limpiar el interior de los toneles. Éstas se introducían en el tonel, se cerraba el orificio y se daban varias vueltas al recipiente. El roce de las cadenas con las paredes interiores hacía que levantaran la capa de posos que dejaban el vino y el tiempo en su interior.

Como colofón final del Museo una talla en madera del dios romano Baco, como símbolo de la importancia del vino en todas las culturas, y en particular en  la Historia de Jumilla.