Jaime Alfonso "El Barbudo" (1783-1824)
Jaime Alfonso "El Barbudo" nació un 26 de octubre de 1783, en Crevillente, bautizado con el nombre de Jaime José Cayetano.
Lo que desencadenaría la futura actividad delictiva de "El Barbudo", como otras veces en otros bandoleros, fue el que asesinara en 1806 a un vecino del pueblo. Queriendo escapar a la justicia se trasladó a Orihuela con su familia, pero tuvo que huir y pasar a las sierras cercanas de Santomera para esconderse.
El bandolero comenzó su vida de asaltos, robos y asesinatos ocupando buena parte de la zona oriental de Murcia y parte del Altiplano, llevando a cabo sus fechorías en tierras de Abanilla, Jumilla y Alicante, siendo conocidas sus andanzas en territorio abanillero, donde tenía alguno de sus refugios en la Sierra de la Pila.
Durante la invasión napoleónica de la Península, 1808-1814, luchó contra los franceses en Murcia, comenzando una implicación política de sus acciones. Maestro del disfraz, llegó a dominar las comarcas que recorría con su cuadrilla y tras el final de las guerras independentistas se puso del lado de las fuerzas absolutistas durante la contienda civil entre aquellas y las fuerzas liberales, ya que, entre otras cosas, el gobierno Liberal había puesto precio a su cabeza.
Se estima que con la llegada de la Constitución de 1812 el empobrecimiento de los pueblos y el rearme de las partidas que vigilaban los caminos y transportes fueron puros inconvenientes para bandoleros como el Barbudo, por lo que su apoyo a las fuerzas absolutistas que amparaban el regreso de Fernando VII habría estado teñido no tanto de una conciencia política decidida como del deseo de seguir viviendo de sus crímenes y asaltos. El Barbudo llegó a trabajar para la sociedad secreta El Ángel exterminador, absolutistas no ilustrados que llevaron a cabo crímenes contra muchos liberales.
Pero fue la promesa de un indulto lo que llevó al bandolero a colaborar, promesa que no sólo no se hizo efectiva sino que se trocó en traición. Tras una celada fue detenido en Murcia en 1824 y ejecutado el 5 de julio, en el patíbulo levantado en la plaza de Santo Domingo. Su ejecución, por horca, quiso ser también aleccionadora, su cuerpo fue mutilado y expuestos sus trozos en distintos lugares de Murcia, entre ellos una plaza pública en Abanilla.