Aún sin tener datos precisos de su fecha de nacimiento y muerte, sabemos que Rodríguez de Almela vivió entre 1426 y 1489. Nació en Murcia, y entre su ascendencia se cuenta a Berenguer Almela, regidor de la ciudad en 1399.

En 1440, el obispo Alonso de Cartagena, tras regresar del Concilio de Basilea, apreciando las aptitudes intelectuales del joven Almela, lo toma a su cargo y lo lleva a Burgos, introduciéndolo en la corte de Castilla. Fue primero paje del obispo y en 1449 era reconocido como familiar del prelado. Su relación con Alonso de Cartagena, gran humanista y traductor, y el ambiente literario de la corte de Juan II de Castilla, sin duda determinaría su vocación por lo literario.

En 1451 era ordenado sacerdote y pronto recibía el arciprestazgo burgalés de Val de Santibáñez. Su estrecha relación con el obispo de Coria, Juan Ortega de Maluenda, influiría en su nombramiento como canónigo en Murcia, del que haría acto de toma de posesión en 1464.

Su inquietud por la historia tendría un primer fruto en la obra Valerio de las Historias Eclesiásticas, dedicada a su mentor, Alonso de Cartagena, fallecido en 1456.

En 1466 hace un viaje a Murcia y compra la capilla catedralicia de la Visitación para asegurar en ella su enterramiento. Tras este paso fugaz por su ciudad natal viaja a Roma, en la que quizá residiera entre 1470 y 1477. Tras este período de tiempo regresa a Murcia para quedar definitivamente en la ciudad, en una casa cercana a la fábrica del Salitre.

Durante la visita de los reyes Católicos a Murcia, en 1488, Rodríguez de Almela los conocería y entregaría sus obras impresas a los monarcas, que tras trabar amistad con el canónigo lo nombrarían capellán real.

Diego Rodríguez de Almela moriría cumplidos los setenta y tres años, quizá en 1489, y sería enterrado, como había dispuesto en la capilla catedralicia de la Visitación.