En su diario de los últimos tiempos, Nono García anota en acrílico aquello que nos mira, que nos observa en silencio y en secreto, las arquitecturas y el aire, y las cosas que son a un tiempo pasado y presente; los decorados, el atrezo de la tragicomedia, quizá; despojándolo todo del movimiento de la vida desnudando al mundo de las voces, de las miradas, de las caricias, de la violencia, de la risa, de la música y de las palabras y del dolor, para mostrarnos, con la serenidad que da el último minuto de sol, la huella de los ojos, el destino perdido de las manos, el paso de los pasos, la angustia de lo invisible y la belleza de lo imposible, la memoria de los cuerpos, el precio de su ausencia, la intuición de su presencia.
Francisco Ros.