El destino patrimonial de las segundas o terceras viviendas es fundamentalmente el de su explotación económica. En general se plantean dos opciones: la primera es la del alquiler como medio de rentabilizar el inmueble y obtener de forma periódica un ingreso que pudiera calificarse de “extra”; la segunda consistiría en mantener la vivienda cerrada. Ante esta disyuntiva ¿no parece más lógico y rentable decantarse por el alquiler?, ¿qué interés tiene una vivienda sin usar y productora, a su vez, de ciertos gastos (impuestos urbanos, gastos de comunidad, etc.)? Sin embargo, atendidas las circunstancias ya apuntadas es otra la pregunta que se erige ¿Por qué hay una oferta tan limitada en el parque de arrendamientos? o, mejor aún, ¿Por qué los propietarios no se arriesgan a alquilar?

    Y precisamente la respuesta puede hallarse en la formulación de la pregunta: el término “arriesgarse” es lo suficientemente explícito como para hacer una idea de la situación global del arrendador. No es una novedad, al contrario, es bastante frecuente que el arrendamiento se convierta en una vía para mantenerse en una propiedad ajena sin abonar contraprestación alguna, la lentitud del procedimiento y cierta sobreprotección histórica concedida al arrendatario son factores que juegan en contra de un correcto mercado del alquiler. Son muchos los propietarios que invierten gran cantidad de tiempo y dinero en expulsar de sus viviendas a inquilinos morosos o en reparar los desperfectos que éstos dolosamente causan. La cotidianeidad de estos procederes es suficiente explicación para la reticencia al alquiler, para que el propietario, ante el riesgo –muy frecuente, además– de perder, retrotraiga su propiedad y no oferte viviendas al mercado para su arriendo. El avance del mismo depende, en gran parte, de la protección que se le ofrezca al propietario, de las seguridades con que éste cuente, del amparo final que le impulse a poner a disposición del mercado su vivienda vacía, con la tranquilidad de obtener pronta reparación en el caso de mal funcionamiento del negocio.